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Críticos de Arte





Veronica Marinescu:

Después de cinco años durante los cuales no ha exhibido en Rumania pero viajó a los Estados Unidos, Italia y Francia (donde exhibió en Chantilly), George Radeanu nos sorprende con su exhibición individual actualmente abierta en la Galería “Galateca” con su retorno a su primer amor: el impresionismo. Él ha vuelto a descubrir el placer de pintar la realidad y no suponer acerca de un objeto, personaje o paisaje; él se introdujo en los paisajes de Fontainbleau, Barbizon, Pont-Aven, que son lugares famosos en la historia del arte y donde trabajó rodeado de una atmósfera de culto al arte, tal como Grigorescu y Andreescu hicieron en la segunda mitad del siglo diecinueve. “Las Rocas de Fontainbleau”, “Las Rocas de Morget”, “Las Rocas de Tas de Pois”, “El Faro de Raz”, “La Calle Barbizon”, los paisajes del Sena y Venecia , óleos y acuarelas tienen mucho más que decirnos que su pintor que prefiere ser discreto, como un espectador de sus viajes impresionistas.

George Radeanu es un maestro del dibujo y un poeta del color. Durante dos décadas “estuvo consumido” – en una expresión metafórica – etapa tras etapa, por la pasión de quien busca la luz, y con facilidad se acercó y dominó todas las técnicas y temas – de la composición al paisajismo, retrato, naturaleza muerta y desnudos. Él sabe como calmar los azules reflejos del agua, lograr la paz entre el verde de la vegetación y las blancas rocas, así como los caminos zigzagueantes. Él los une en un poema que es a veces un susurro, y otras un rugido, siempre vivaz y llevando el sonido de los espacios que él recorta de la vida y los lleva lejos del mundo. Es ahí que él se reencuentra consigo mismo por unos momentos y se hace más fuerte, más exuberante, mientras continúa construyendo magistralmente colores que son puros y complementarios.

Para Radeanu, que se siente más cerca de Cezanne, la senda es fácil de seguir: “No ha sido difícil para mí regresar a las raíces” ha confesado. Tal como no le resulta difícil ganarse la vida con el arte. En Rumania sus oleos se venden entre 500 y 2,000 Euros. En comparación, en Francia en el último año fueron muy apreciados y se vendieron a precios entre 2,000 y 6,000 Euros.