Corneliu Ostahie:
Una gran pureza de percepción e, implícitamente, de expresión, una habilidad extraordinaria de inferir y transformar lo que nuestros ojos pueden admirar pero solamente nombrar en una atmósfera llena de vida, la gran facilidad con que convierte el arte en poesía – esto es, en suma, una posible caracterización de la pintura de George Radeanu. Mas allá de todo esto –y yo he sido testigo de su evolución artística a través de los años- hay perseverancia, confianza en sí mismo y, por supuesto, toneladas y toneladas de arduo trabajo. Como lo que ahora hace la verdad y belleza de su pintura es el resultado de largas búsquedas artísticas, de sucesivas sublimaciones que son el producto de la incandescencia que el artista ha mantenido viva, donde `el y su don artístico encontraron el mundo y lo invitaron a dialogar en sus variadas formas – naturaleza, valor, impresión pasajera, exploraciones profundas, influencia exterior y conciencia interna.
Los resultados de este extraordinario esfuerzo de colaboración son visibles en todas las partes de su obra: en sus composiciones, naturalezas muertas, retratos, que no muestran ningún compromiso artístico cualquiera que sea la técnica empleada (óleo, acuarela, dibujo, etc.). Pero cabe enfatizar que la verdadera medida del talento de George Radeanu se muestra en sus paisajes: llenos de vida, alegres o tristes, mostrando lo mejor y lo peor de la naturaleza, sus paisajes tocan nuestras emociones de manera directa y contundente. Él es un verdadero poeta y un virtuoso cuyas acuarelas destilan nostalgia o exuberancia, trayendo nuestros recuerdos de vuelta a la vida a través de una secreta infusión de autenticidad, calidez y tranquila vitalidad.
La exhibición de George Radeanu nos invita a buscar la belleza dentro de nosotros mismos como parte de la infinita belleza que nos rodea.